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Alioli Casero Clásico con Huevo

Actualizado: 7 nov

Tiempo de elaboración: 5min

Dificultad: Fácil

4 raciones


Resultado Alioli

Hay sabores que no se olvidan, que dejan una huella en el paladar y en la memoria. Entre ellos, pocos son tan característicos, tan intensos y tan mediterráneos como el Alioli Casero Clásico. Esta salsa, sencilla en ingredientes pero majestuosa en esencia, es una de las grandes joyas de la cocina tradicional española, una preparación que ha acompañado durante siglos carnes, pescados, verduras y panes recién horneados, elevando cada plato a otro nivel.


El alioli no es solo una salsa: es una declaración de identidad. Representa el carácter del Mediterráneo, la fuerza del ajo, la nobleza del aceite de oliva y la magia de la emulsión perfecta. Su nombre, que proviene del valenciano all i oli —literalmente “ajo y aceite”—, resume su espíritu: dos ingredientes que, al unirse con paciencia y técnica, se transforman en una crema espesa, brillante y llena de sabor.


Su origen se remonta a la antigua Roma, donde se preparaban salsas a base de ajo machacado y aceite, pero fue en las costas levantinas y baleares donde el alioli encontró su verdadero hogar. Allí se convirtió en un emblema de la cocina mediterránea más auténtica, esa que celebra los ingredientes puros, el sabor intenso y la tradición transmitida de generación en generación.


Cada familia tiene su forma de prepararlo. Algunos lo hacen solo con ajo y aceite, como dicta la receta más primitiva y purista. Otros incorporan huevo, buscando una textura más suave y una emulsión más estable, como en este Alioli Casero Clásico que hoy presentamos. Lo cierto es que, con o sin huevo, el secreto del alioli está en el ritmo, en el gesto pausado de quien entiende que esta salsa no se hace con prisa, sino con respeto.


El ajo, protagonista absoluto, es el alma de esta creación. Su aroma es fuerte, su sabor es vibrante, y cuando se une al aceite de oliva virgen extra, nace algo más que una salsa: nace una experiencia. En el mortero o en el vaso de batidora, los ingredientes se funden en un ritual tan antiguo como la cocina misma. Y cuando la textura empieza a cambiar, cuando el aceite deja de ser líquido y se convierte en crema, el momento tiene algo de mágico.


El Alioli Casero Clásico es una oda a la sencillez bien entendida. No necesita más que cuatro ingredientes —aceite, ajo, huevo y sal— para alcanzar una perfección que muchos otros platos más complejos envidiarían. Su textura cremosa, su color marfil y su aroma inconfundible lo hacen reconocible al instante. Basta una cucharada para transformar una carne a la brasa, un pescado a la plancha o unas simples patatas cocidas en una delicia digna de un banquete.


Su poder reside en el equilibrio. Si se usa demasiado ajo, domina. Si se emulsiona mal, se corta. Si se bate con exceso de fuerza, se pierde su cuerpo. Pero cuando todo sale bien —y el turmix o el mortero trabajan con la precisión justa—, el resultado es sublime: una salsa firme, untuosa y brillante, con ese toque intenso que despierta el apetito y deja el recuerdo de un sabor inconfundible.


El alioli tradicional no solo forma parte de la gastronomía española: es parte de su cultura. En fiestas, barbacoas o comidas familiares, nunca falta un cuenco de alioli casero al centro de la mesa. Es el acompañante perfecto para unas patatas al horno, un arroz a banda, un pescado a la parrilla o unas verduras asadas. Su versatilidad lo hace imprescindible, su aroma lo anuncia antes de llegar a la mesa, y su sabor conquista incluso a quienes dicen no ser amantes del ajo.


Hay algo profundamente artesanal en su preparación. Ver cómo el aceite se transforma lentamente en una crema densa y sedosa mientras el ajo libera su fuerza aromática es una escena que conecta con las raíces mismas de la cocina mediterránea. No hay máquinas que sustituyan ese gesto ancestral, esa sensación de estar creando algo vivo, algo que respira sabor y tradición.


La versión que te traigo aquí es la más equilibrada y clásica: el Alioli Casero Clásico con huevo. Esta variante, tan común en los hogares modernos, permite obtener una emulsión más rápida y estable, sin perder la esencia del original. El huevo actúa como puente entre el aceite y el ajo, logrando esa textura perfecta que hace que cada cucharada se adhiera al pan, al pescado o a las verduras como si estuvieran hechos para encontrarse.


El color del alioli es otro de sus encantos. Un tono dorado suave o marfil pálido que depende del tipo de aceite usado, con un brillo natural que lo hace irresistible. Su aspecto es tan apetecible como su sabor, y su aroma inconfundible despierta el apetito de cualquiera que lo perciba cerca.


Hablar del Alioli Casero Clásico es hablar de auténtica cocina mediterránea. No hay artificios, no hay atajos. Solo productos básicos y una técnica milenaria que, cuando se domina, deja una huella imborrable en el paladar. No en vano, en muchos rincones del Levante español se considera una salsa de respeto: una que solo los cocineros con buena mano saben lograr a la perfección.


Además, su presencia en la mesa tiene algo de celebración. El alioli se comparte. Se sirve en cuencos grandes, se reparte con cucharas generosas, se unta en pan o se mezcla con las comidas al gusto de cada uno. Representa esa cocina de encuentro, donde cada bocado es una invitación a disfrutar y compartir.


El ajo, pilar de esta receta, tiene un protagonismo absoluto. Su intensidad no se disfraza ni se suaviza: se celebra. Es el toque que da carácter, que define el sabor final. El aceite de oliva, por su parte, aporta ese cuerpo denso y sedoso que hace que el alioli sea una crema firme, rica y llena de matices. Y el huevo, humilde pero esencial, actúa como mediador entre ambos, dando vida a una emulsión estable y perfecta.


Cada paso en su elaboración tiene su porqué. Empezar con el turmix quieto en el fondo es más que una instrucción: es la clave para que la magia ocurra. Solo cuando la salsa empieza a espesar, cuando el aceite y el huevo comienzan a abrazarse, es momento de mover con libertad. Ese instante en que se forma la crema espesa y brillante es, sin duda, uno de los placeres más gratificantes que puede ofrecer la cocina.


El Alioli Casero Clásico es, en definitiva, una joya de la cocina española. Un símbolo de autenticidad, de tradición y de sabor. No necesita ingredientes exóticos ni técnicas modernas. Solo tiempo, paciencia y respeto por los productos de siempre. Es la prueba de que la simplicidad, cuando se ejecuta con maestría, puede ser la forma más alta de perfección.


En la mesa, un buen alioli tiene la capacidad de transformar cualquier plato. Acompaña un arroz caldoso, realza un pescado al horno, da vida a unas verduras asadas o convierte un trozo de pan en un manjar. Su sabor es potente, su textura es hipnótica, y su historia, profundamente arraigada en la tradición mediterránea, lo hace eterno.

No es casualidad que esta salsa haya sobrevivido siglos sin perder su lugar. Es, simplemente, insustituible. Y una vez que la preparas en casa y la pruebas recién hecha, entiendes por qué: ningún alioli industrial puede igualar esa intensidad, esa frescura, esa sensación de haber creado algo genuino con tus propias manos.


Así que, la próxima vez que enciendas la batidora o saques el mortero, recuerda que no estás haciendo solo una salsa. Estás continuando una tradición. Estás dando forma a un pedazo de historia culinaria que ha viajado a través de generaciones y cocinas, desde las costas del Mediterráneo hasta las mesas modernas.


Porque el Alioli Casero Clásico no es una receta más: es un legado. Y prepararlo con tus propias manos es rendir homenaje a esa cocina de verdad, sincera, sabrosa y sin artificios. Una cocina que huele a aceite de oliva, sabe a ajo fresco y deja un recuerdo imborrable en quien la prueba.


¿Listo para probarlo? 👇 Todas las recetas incluyen su información nutricional al final, para que disfrutes conociendo lo que comes.



INGREDIENTES:


· 175ml de aceite de oliva

· 1 diente de ajo

· 1 huevo

· Sal



ELABORACIÓN:


1- Empezaremos poniendo en un recipiente el ajo pelado, el huevo, el aceite y una pizca de sal y lo trituraremos con el turmix sin moverlo del fondo.


2- Una vez la salsa emulsione y coja cremosidad ya podemos mover nuestro turmix con libertad hasta que nos quede una salsa homogénea. Ya podemos disfrutar de nuestro:



INFORMACIÓN NUTRICIONAL:

Por 100g

  • Calorías: 711 kcal

  • Proteínas: 2.9 g

  • Carbohidratos: 0.7 g

  • Grasas: 77.5 g



VIDEO RECETA:


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